Loa nostálgica a un viejo estetoscopio
DOI:
https://doi.org/10.59542/CRANM.2025.XXXII.4Resumen
Definitivamente, confieso que soy un viejo romántico… Tengo dificultades para desprenderme de afectos y particularmente, de viejos afectos. Así, que viajando hacia la casa de mis recuerdos suelo evocar y añorar la amarillez de pretéritos tiempos; aquellos en que privaba la soberanía de la mirada médica o mirada clínica cuyo auge tuvo lugar en el siglo XIX cuando el vocablo ̈clínica ̈, arte cualitativo y máxima expresión del oficio médico, nació a la cabecera de los enfermos en la Antigua Grecia (del griego kliné, ̈cama ̈, que a su vez deriva del verbo klinéin ̈inclinarse ̈). Tiempos minimalistas cuando la información se obtenía con la simple ayuda de los cinco sentidos entrenados para traer hacia el afuera, la enfermedad aviesa escondida tras la opacidad de la piel del paciente, aderezada en el trajinar del oficio con la experiencia, el criterio, la crítica, el sentido común, pero por sobre todo un enorme afán por la búsqueda del conocimiento que conduce a la verdad; la verdadera verdad, la verdad del paciente y su circunstancia.