Meta-técnica, antropocentrismo y evolución

Resumen

Ciencia y técnica conforman uno de esos pares tradicionales en el pensamiento occidental.
Como en los otros (forma-materia, alma-cuerpo, estructura-proceso, apariencia-realidad, sensibilidad-entendimiento, voluntad-razón), diferentes corrientes de pensamiento, a lo largo de la historia, han privilegiado a uno o a otro. En este caso uno de ellos, la teoría, ha sido tradicionalmente valorado como superior y sólo en los tiempos modernos se reconsidera esta situación. La ciencia se concebía como un saber teórico, contemplativo, con un discurso racionalmente articulado capaz de reflejar la estructura de la realidad, pero no necesariamente vinculado con el hacer técnico. Esta concepción, que para muchos es aún la de la ciencia “pura”, produce una imagen simbólica unitaria (lógica, matemática, lingüística) de lo real y se sitúa más allá de lo práctico y de lo moral (Bunge, 1983, pp. 62 y ss.). De ella se ha de nutrir la aplicación de la técnica que, si bien carga con la responsabilidad ética, es el polo minusválido de la dualidad. De hecho en Platón y Aristóteles los técnicos, los trabajadores manuales, no podían ser ciudadanos de sus ciudades ideales.