INNOVACIONES EN LA PRODUCCIÓN DE VIVIENDAS: UNA MIRADA AL FUTURO

Autores/as

  • Alfredo Cilento Sarli IDEC FAU UCV

Resumen

Fue apenas en este siglo cuando se profesionalizó
e institucionalizó la producción de viviendas y, de hecho,
cuando el concepto de “hogar” se transformó en el de
“vivienda”. Con la creación de dispositivos gubernamentales
para la construcción de “viviendas públicas”, la producción
de éstas se asimiló a la de “obras públicas”: número de viviendas
construidas o kilómetros de carreteras inaugurados.
La aparición de las instituciones de financiamiento hipotecario
–crédito de largo plazo– y de la promoción inmobiliaria
mercantil, transformó la producción de hogares en producción
de mercancías: la “vivienda-mercancía” (Cilento, 1980).
De esta manera se suplantó la milenaria tradición de que la
familia construyera su propio hogar de forma progresiva. A
ello contribuyó, lógicamente, la acelerada urbanización de
la población y el crecimiento de pueblos y ciudades, con su
secuela de presión sobre la tierra urbana y subsecuente crecimiento
de precios por escasez y calidad de localización. La
producción de viviendas-mercancía incorporó el negocio de
la plusvalía de la tierra al de la construcción de viviendas y
desde entonces las familias perdieron su capacidad de decidir
sobre la calidad y ubicación de sus hogares. Desapareció
entonces la forma capitalista previa, de construcción de parcelamientos
y urbanizaciones para la venta de lotes o parcelas,
que permitió originalmente incorporar los predios suburbanos
a la estructura de las ciudades, rescatando para
los propietarios, medianos y terratenientes, las plusvalías
originadas por el cambio de uso de rural a urbano. Las instituciones
estatales de vivienda, dependientes del poder central
o federal, asumieron lo que Turner (1977) llamó una actitud
“heterónoma”, la de decidir qué tipos de viviendas necesitaba
la gente, dónde debían ser construidas y a quiénes
se asignaban. Así, en todas partes los entes públicos de vivienda
se transformaron en grandes caseros francamente
ineficientes; y, más precisamente, en repartidores de seudoviviendas con fines clientelares políticos, aunque tampoco
con logros efectivos. Ahora cada vez más la gente está
tomando conciencia de que la construcción de sus hogares
depende más de la gestión de la comunidad y del apoyo de
las autoridades locales, que del paternalismo clientelar de
las instituciones del gobierno central.

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