La ciudad de Caracas o la clausura del pensamiento urbano
Resumen
En Venezuela, más allá de la hacienda y del hato cimarrón, se encuentra el conuco de autoconsumo pre-campesino, que signa con pauta recolectora a toda la estructura social. Sin alfoz campesino la ciudad está afectada por un complejo sociocultural por el que lo personal vecinal (aldeano) se impone sobre lo impersonal ciudadano. El epicentro de ello es el espacio comunal de los barrios no regulados, devenidos base política del Estado populista, ahonda el complejo sociocultural en la relación con el espacio público. Al sobrepolitizarse la ciudad, la lógica comunalística se pervierte e invade a la ciudad regulada con buhoneros, invasores de inmuebles, basureros, huecos, malandros y sus pandillas; además, dicho Estado trata de eliminar el real y posible tejido de ciudadanía. El pensamiento de la ciudad queda acorralado ante la expectativa de extinción de lo urbano de la ciudad. La ciudad no es viviendas; es monumentos y ciudadanía habitándolos (San Isidoro). Debe conservar la memoria, y crear memoria. La ciudad es comunidad y proyecto. Sin comunidad no hay aire para respirar la ciudad; sin proyecto social no emerge lo urbano y las comunidades se disuelven anómicamente, como una maldición babélica. En la «moderna» ciudad de Caracas, los complejos citadinos se ahondan con la tendencia a clausurar el pensamiento urbano.