El cultivo de la caraota (Phaseolus vulgaris L.) y el frijol (Vigna unguiculata L. Walp)
Palabras clave:
cultivo, caraota, Phaseolus vulgaris L., frijol, Vigna unguiculata L. WalpResumen
El cultivo de plantas leguminosas es de gran importancia en la alimentación humana, debido a la producción de granos ricos en proteínas, grasas, carbohidratos, energía, minerales y vitaminas, indispensables en la dieta diaria, por lo cual se les ha llamado “la carne de los pobres”. Su consumo se combina con otros alimentos como los cereales, las raíces y tubérculos, desde épocas remotas, ya que los contenidos nutricionales que faltan en un grupo se complementan con el otro, dando un alimento nutricional completo.
Aunado a lo anterior, es conocida la asociación de las raíces de la plantas leguminosas con bacterias rizobianas, las cuales fijan el nitrógeno atmosférico, enriqueciendo los suelos y favoreciendo la sostenibilidad ambiental.
Estas plantas están unidas al hombre desde sus orígenes, idiosincrasia, creencias, cultura; manifestado en textos antiguos como la Biblia, Historia de China, hallazgos en México y hasta en los estudios de Mendel, los cuales fueron la base de la ciencia de la genética (Madriz, 1997).
Las leguminosas pertenecen a la familia Fabaceae; grupo de plantas con especies ornamentales, oleaginosas, frutales, medicinales, de confites, de alimentación animal y alimentación humana. Entre estas últimas, las que más se consumen y producen en Venezuela son la caraota (Phaseolus vulgaris L.), el frijol común (Vigna unguiculata L. Walp), el quinchoncho (Cajanus cajan L. Millps) y la arveja (Pisum sativim L.) (Madriz, 1997).
La caraota, especie más conocida en Latinoamérica con el nombre frijol (Voysest, 2000), es la más consumida en la alimentación humana. Esta planta es originaria de América. Se han señalado dos acervos genéticos o centros de origen; uno en Mesoamérica y el otro en América Andina (Voysest, 1998c; 2000). El primer centro se caracteriza, principalmente, por poseer semillas de forma elíptica y romboide, pequeñas con peso de 100 semillas menor a 40 g. Entretanto que el centro América Andina produce semillas de forma cilíndrica, arriñonada y redonda, y con peso de 100 semillas mayor a 40 g. En ambos acervos, las semillas presentan colores variados desde blanco hasta negro y con rayas o combinación de colores. En Venezuela, el mayor consumo y preferencia es por el grano de origen Mesoamericano y particularmente, de color negro opaco (Voysest, 2000; Medina, 2012).
El frijol común, conocido con el nombre de “caupí”, es originario de África y Asia. No obstante, es de alto consumo en Latinoamérica y a nivel mundial. En Venezuela sigue a la caraota en producción y consumo, en forma directa en la alimentación humana, como abono verde, como mejorador de las condiciones físicas y químicas de los suelos, como cultivo asociado o en rotación (Valladares, 1998). Sus semillas son variadas en forma, así como en sus colores. En el país hay preferencia por los colores rojizo “bayo”, crema con el hilum negro “ojo negro” y blanco (FUSAGRI, 1987).
En cuanto a su importancia en la nutrición, normalmente, se indica que los valores foráneos de proteínas de estas especies están entre 22 y 29% (Madriz, 1997). Para el caso de caraota, Granito et al. (2006 y 2009) señalan para cultivares locales, valores de proteína cruda entre 25 y 33%. Asimismo, se encontraron valores de grasas (de alto contenido de ácidos grasos insaturados) entre 3- 6% y los de cenizas oscilaron entre 3,6 y 4,7%, mientras que otros trabajos señalan para fibra alimentaria valores promedios de 27,5% (García et al., 2009).
Para el caso del frijol, García et al. (2010), obtuvieron para los cultivares ‘Tuy’ y ‘Unare’ valores promedios de proteínas de 25,5 y 26,2%, grasas 0,7 y 0,87%, carbohidratos 6,6 y 6,6% y para fibra alimentaria total 16 y 14%, respectivamente. Es decir, una gran riqueza en proteínas y nutrientes en general, tanto de frijol como de caraotas del país, que en la mayoría de los casos se desconoce y no se está aprovechando, para una mayor producción y consumo.
La producción de estas leguminosas se realiza bajo sistemas que van desde el familiar, de asociación como “el conuco” hasta tecnificado como el sistema de riego de pivote central y maquinaría especializada.