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Ana Ruiz

Resumen

En esta ocasión, queremos rendir Homenaje póstumo, a quien en vida fue uno de los fundadores de este órgano divulgativo.  La información que a continuación se describe fue cordialmente suministrada por sus compañeros de trabajo de la Cátedra de Parasitología de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Central de Venezuela (FCV-UCV), los cuales extrañarán a quien supo ser grande, sin dejar de ser noble.
Para muchos Veterinarios menores de 35 años, el nombre del Dr. Haroldo Mayaudón significa poco, quizás recuerden el cartel que una vez leyeron en la puerta del Laboratorio Docente de la Cátedra de Parasitología de la FCV-UCV y que orgullosamente, lleva su nombre. Justo es, que las nuevas generaciones conozcan brevemente quien fue este hombre, colega y profesor, que ya no está entre nosotros. Nace en Valencia, estado Carabobo, Venezuela, el 24 de noviembre de 1928, hijo de Don Manuel J. Mayaudón O. y Doña Margarita Tarbes de Mayaudón. De su matrimonio con María Teresa Cubillán (1957), deja 6 hijos: Haroldo, Maruja, Cecilia, Bárbara, José Rafael y Juan Carlos. Aunque ninguno siguió el camino de la Parasitología, mantienen un gran orgullo por la labor de su padre. Siendo estudiante, se desempeñó como preparador en la Cátedra de Parasitología y Zoología Médica, desde 1952, obteniendo su título de Médico Veterinario en la FCV-UCV en el año 1955. En ese mismo año, ingresa como Profesor Asistente en dicha Cátedra. En 1968, asciende a Profesor Titular, para jubilarse luego de 28 años en labores de Docencia, Investigación y Extensión.  Muere en la ciudad de Valencia, el 10 de septiembre de 2011.
El Dr. Mayaudón, junto al Dr. y Coronel Enrique G. Vogelsang y el Dr. Piero Gallo, realizaron las primeras caracterizaciones e identificación de los parásitos que afectan a los animales domésticos, así como las de algunos animales silvestres en Venezuela, considerándose pioneros de la Parasitología Animal en el País. Amante de la Parasitología y preocupado por su enseñanza, el legado del Dr. Mayaudón fue orientado en particular al estudiante de Pregrado. Muchas de las láminas que aún se siguen utilizando en las prácticas, así como las fotografías ilustrativas a partir de las cuales se han realizado los manuales didácticos, fueron elaboradas por este ilustre Profesor.  Editó junto al Dr. Luis A. Power el texto “Parasitología y Zoología Médica” (1996), libro que se convirtió por mucho tiempo en referencia básica y obligatoria para los estudiantes de Parasitología, siendo de mucha utilidad para los estudiantes de esa época, por ser un libro accesible, ya que los grandes textos de Parasitología, estaban publicados en Francés, Alemán y/o Inglés, significando,  un gran aporte para las Ciencias Veterinarias. En el año de 1967, para mayor beneplácito, publica en 3 volúmenes el libro “Las Enfermedades Parasitarias de los Animales Domésticos en Venezuela”, que incluye las enfermedades producidas por protozoarios (Vol. I), las producidas por helmintos (Vol. II) y las producidas por artrópodos parásitos; al cual agregó técnicas parasitológicas de diagnóstico (Vol. III).  Esta inmensa obra dice mucho de la necesidad del Dr. Mayaudón de brindar las herramientas necesarias a su Facultad.
El Dr. Mayaudón no sólo fue Docente, uno de sus aportes más valiosos fue haber estado al frente, como Jefe de la Redacción de la “Revista de Medicina Veterinaria y Parasitología”, durante 26 años (1955-1981), siendo hoy en día la Revista de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UCV.  Fue uno de los primeros miembros latinoamericanos de la World Association for the Advancement of Veterinary Parasitology (WAAVP). Recibió numerosas distinciones, entre ellas: Orden José María Vargas en su Primera Clase (1977), Orden Francisco de Miranda (1978) y Orden 28 de Junio (1981). Publicó numerosos trabajos de investigación en revistas nacionales e internacionales, entre ellos “Sobre una colección de parásitos del Chigüire”, de prestigio internacional. Fue asesor de diferentes tesis de grado y trabajos de ascenso. Más allá de la semblanza histórica, el hombre que nos abandonó para seguir al otro lado del plano, deja a la vez, el vacio que dejan los grandes hombres, y el orgullo de haber sembrado en aquellos a quienes formo.   En lo académico y gremial, siempre consideró que había una sola forma de hacer las cosas: la correcta y nada más.  Decía Edmon Rostand, en Cyrano de Bergerac, “lo que pierdas de grande que no te falte de noble”.

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