Discurso pronunciado por la Dra. Michelle López de Liendo en el acto inaugural del LVIII Congreso Nacional de Pediatría

Autores/as

  • Michelle López de Liendo Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría

Palabras clave:

Sociedades Médicas, Congreso, Historia de la Medicina, Venezuela

Resumen

En enero de 2011, hace ya 18 meses y estando en Madrid a la espera de la llegada de mi cuarto nieto, recibí de mis amigos Armando Arias, Nelson Orta y Huníades Urbina la inesperada y naturalmente grata noticia de que había sido escogida como Epónimo del LVIII Congreso Nacional de Pediatría. Es inútil tratar de describir la emoción que se siente al recibir un reconocimiento de esta naturaleza, más aún cuando siendo yo una especialista en nefrología pediátrica, recibo este inmenso honor por parte de la comunidad entera de los pediatras de mi país. Cuando uno recibe estos honores tan invalorables, no tiene más opción que reflexionar acerca de las razones que pueden haber motivado a las personas que toman esas decisiones. En ese reflexionar recordé a ese gran escritor y poeta de origen portugués, José Saramago, quien en la ocasión de recibir su Premio Nobel de literatura dedicó su discurso a sus abuelos, ambos analfabetas y con quienes pasó parte de su infancia en la pequeña aldea de Alzinahga en una provincia de Portugal. Utilizó en esa ocasión el símil de la savia que nutría su árbol genealógico como las personas reales y ficticias (los personajes de sus historias) que a lo largo de su vida fueron construyendo la persona que ese día recibía tan alto honor. Son muchos los aspectos que nos preocupan en cuanto al ejercicio de la medicina en nuestros tiempos y, especialmente, de la pediatría en las circunstancias que hoy vivimos en nuestro país. La situación de los hospitales públicos es cada día más preocupante, tanto en lo que se refiere a la infraestructura como a los recursos humanos y a la dotación de medicinas, equipos y suministros; la formación de los nuevos médicos llamados “integrales” adolece de carencias importantes que más pronto que tarde traerán graves consecuencias; la deserción de los cursos de post grado pone en peligro el desarrollo de las subespecialidades que han contribuido durante los últimos años a mejorar la atención de nuestros niños; la crisis alimentaria se agudiza cada vez más con el consecuente efecto sobre la incidencia de la desnutrición infantil; la violencia intrafamiliar y el maltrato infantil son flagelos que constituyen un indicador más del deterioro de la situación social que vivimos. Casi todos estos aspectos han sido analizados por quienes me han precedido como Epónimos en años anteriores y no está en mi ánimo ahondar en ellos ahora, aunque eso sí, hago votos por que estemos muy cerca de emprender ese nuevo camino que nos lleve a implementar proyectos y políticas sociales que tengan como norte el solucionar estos graves problemas. 

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Publicado

2024-05-27