Palabras pronunciadas por el decano Víctor Rago en el acto de celebración del 68 aniversario de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela (16 de noviembre de 2006)

Autores/as

  • Víctor Rago

Palabras clave:

Trabajo Social

Resumen

Celebramos hoy 68 años del inicio formal de los estudios universitarios de ciencias económicas y sociales en el país. Al cabo de casi siete décadas, el balance es claramente positivo. Nuestra institución ha contribuido del modo más significativo y en diferentes formas al propósito que animó su creación -primero como Escuela Libre de Ciencias Económicas y Sociales en 1938, dos años más tarde al convertirse en facultad- a saber, producir los saberes que en el campo de su actuación ofrecerían sólida base al desarrollo nacional y formar las sucesivas generaciones de profesionales que serían, como efectivamente han sido, los agentes de aquel proceso. Hoy, como entonces, grandes desafíos se erigen ante la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales y ante la universidad y siguen poniendo a prueba sus múltiples capacidades para responder constructiva, creativa, innovadoramente a las exigencias de una sociedad profundamente conmocionada por los efectos de una crisis que afecta todos los órdenes de su existencia. ¿Qué papel le está reservado a una institución en cuyo fundamento mismo se inscribe la vocación de crear saber para incrementar la suma de bienestar general? Sabemos que a la universidad se le reprocha su alejamiento del debate nacional. Se dice a menudo que su voz falta en los escenarios en que se ventilan los asuntos del máximo interés, que su palabra orientadora suele estar ausente en la ocasión del examen de los problemas que afligen al país, que éste echa de menos su presencia estimulante. En contrapartida, preguntémonos qué significa tomar parte en los procesos económicos, sociales, culturales, políticos de la nación, cómo ha de darse la intervención de la universidad en ellos, cuáles formas concretas debe adoptar esa injerencia tan insistentemente reclamada. Estas preguntas, el intento de responderlas, nos conducen a la constatación de que la institución académica está -siempre lo está, pero hoy tal vez más que nunca- obligada a repensarse a sí misma sin indulgencia, a convertirse, para poder actuar frente al país, en tema de sí misma.

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