Colombia: el sesgo antilaboral del modelo de desarrollo y las políticas de formalización
Palabras clave:
Colombia, Sesgo anti laboral, Mercado de trabajo, Políticas laborales colectivas de trabajoResumen
Colombia compartió el deterioro generalizado de los mercados de trabajo que presentó América latina hasta principios del siglo XXI, pero en la actualidad, a diferencia de muchos países en la región, se ha mantenido en la misma trayectoria laboral y conserva muy altos índices de informalidad y una concentrada distribución de los ingresos, que sigue marcando la característica del modelo colombiano. La tendencia frente al pasado no presenta cambios significativos. Este texto argumenta que esta situación estructural del mercado tiene profunda raíces institucionales y un modelo de desarrollo con un fuerte sesgo antilaboral que hace de Colombia el país con más alta informalidad y con más baja tasa de sindicalización. Este sesgo ha quedado más evidente en el período posterior a la crisis del 2008, dado que en este último lustro se han depurado las limitaciones y los alcances de las políticas laborales, especialmente las de formalización laboral, en donde el gobierno nacional ha centrado su acción, mientras el modelo de desarrollo ha profundizado sus sesgos anti laborales.
Abstract
Colombia shared the widespread deterioration of the labor markets present in Latin America until the beginning of the XXI century, but today, unlike many countries in the region, has remained in the same labor market path and retains very high levels of informality and concentrated income distribution, which continues to mark the characteristic of the Columbian model. The trend in front of the past does not have significant changes. This paper argues that this structural market situation has deep institutional roots and a development model with a strong antilabor bias that makes Colombia the country with the highest informality and lower rate of unionization. This bias has been more evident in the aftermath of the 2008 crisis, as in the last five years the limitations and scope of labor policies have been refined, especially labor formalization, where the national government has focused its attention while the development model has deepened its anti-labor bias.