1. Dimensión organizativa: refiere que las empresas deben tener políticas que le
permitan estar capacitadas internamente para adaptarse y gestionar el impacto sobre
sus trabajadores y validar continuamente el diálogo social en las relaciones laborales.
2. Dimensión de las relaciones: favorece la participación y compromiso activo de los
colaboradores, para eliminar los riesgos laborales y lograr el bienestar, a través de su
colaboración en los beneficios y el capital de la empresa, así como también en las
actividades de voluntariado social-ambiental.
3. Dimensión de las personas: las empresas deben trabajar internamente en dos
ámbitos clave; las políticas de formación y aprendizaje y las políticas de igualdad, no
discriminación e integración de las personas con discapacidad.
4. Dimensión ambiental: donde tiene más capacidad de actuación la empresa es el
ámbito de la conciliación de la vida familiar y laboral.
En este orden de ideas, Sánchez (2010), afirma que la dimensión interna de la RSE:
Incluye fundamentalmente a los trabajadores y sus familias; los trabajadores
constituyen el recurso fundamental de la gestión empresarial y hacia ellos es
necesario dirigir iniciativas concertadas y acordadas que impacten positivamente,
tanto las condiciones en las cuales realizan su trabajo, como su calidad de vida
integral y la de sus familias. Estas iniciativas suponen el conocimiento previo de
cuáles son las áreas de mayor incidencia en el mejoramiento de su calidad de vida,
y el desarrollo de esfuerzos sostenidos para superar un enfoque meramente
filantrópico o de cumplimento del marco regulatorio, siempre en una relación de
corresponsabilidad y mutuo compromiso (p. 261).
Por otra parte, con relación a la dimensión externa de la RSE, sostiene Hernández y
Navarro (2003):
Desde la perspectiva de la dimensión externa de las empresas, la RSE se extiende
hasta las comunidades locales e incluye, además de a los trabajadores y accionistas,
un amplio abanico de interlocutores: socios comerciales y proveedores,
consumidores, autoridades públicas y ONG defensoras de los intereses de las
comunidades locales y el medio ambiente (p. 4).
En este sentido, hay que identificar todos los grupos de interés y canalizar las
acciones hacia toda la cadena de valor; esta última es un modelo desarrollado por
Michael Porter y representa el conjunto de actividades llevadas a cabo por una empresa
que van desde la investigación y desarrollo al servicio de posventa. Según Porter y
Kramer (2006) la Cadena de Valor comprende actividades primarias (logística interna,
operaciones, logística externa, ventas y servicio posventa) y actividades de apoyo
(adquisición de insumos, investigación y desarrollo para la mejora del producto y/o
proceso de producción, gestión de RRHH y la infraestructura de la empresa que está
compuesta por la gestión general, finanzas y contabilidad, planificación, etc. (Ver figura
2).